Las marcas, cuando cuentan con una identidad fuerte y son reconocidas, pueden permitirse hacer guiños y unirse a ocasiones concretas para celebrar con públicos concretos. Estos momentos permiten empatizar con segmentos que se identifican con esa celebración y que tienen gusto por lo limitado, lo temporal.
Es el caso de DYC, que con Narita estudio ha desarrollado una serie de botellas edición especial con ilustraciones inspiradas en celebraciones españolas como son la Feria de Málaga con DYC 8 años; y los Carnavales de Cádiz con DYC 5 años. Se han hecho también ediciones especiales para Cuéllar, Cuenca, Valladolid y Ávila. En ellas la marca ciudad y el festejo hacen tándem con la marca de whisky para representar a cada ciudad manteniendo los valores de la marca DYC. El blanco de fondo de la botella añade un tono premium, la ilustración y el color aportan la fiesta. El uso de la aglomeración de personajes y de iconos de la ciudad transmite la emoción de la fiesta, el grupo, la alegría de estar rodeado de amigos y de gente unida por una celebración. El signo de DYC en negro sobre dorado incide sobre el carácter especial del producto. El color se aplica de una forma no uniforme, dejando una huella de naturalidad e impredecibilidad que conecta con el público de la marca. Mantiene el posicionamiento de exaltación de la amistad, la cercanía y la pasión. Y la marca es reconocida por un aspecto tan identificador como la botella y su forma. En ocasiones se olvida la potencia que puede tener una forma, un color o un pequeño elemento para identificar a la marca. Las dimensiones de la marca y el packaging van más allá del logo y de la gráfica y son fundamentales para saber dónde está lo esencial y dónde está lo que puede modificarse para realizar una acción concreta sin comprometer el espíritu de la marca.
Las ediciones limitadas de producto suelen asociarse a momentos especiales, el sentido de estos productos es la temporalidad. El universo Millennials Flat disfruta con lo viral y el lanzamiento de este tipo de productos lo es. La importancia de la imagen y el juego con el diseño y con aspectos de sus vidas con los que se identifican se convierten en argumentos para el consumo del producto y para la participación de la comunicación de la empresa. Se trata de movimientos sinceros que abren un canal de comunicación directa entre la marca y el segmento de público al que se dirige el packaging.