Entender un producto de una manera tan directa es todo un logro por parte del diseñador. Vincular de manera simple y honesta el producto a su imagen es un acto de minimalismo que va más allá de la limpieza y la eliminación, se trata de ser conscientes de qué es lo absolutamente necesario para entender el producto, y producirlo y actuar consecuentemente.
Cafés Guilis, la empresa madrileña fundada en 1928, ha realizado un desarrollo de packaging con la agencia creativa Punkt Widzenia para el mercado polaco que se corresponde con la idea de simplicidad que identifica un nuevo universo de consumo que quiere quedarse solo con las cosas importantes. La agencia ha trasladado al diseño del packaging de café los argumentos de utilidad, economía e idea clave simple pero impactante. La designación internacional de los países de procedencia del café es el leitmotiv del envase. El material y acabado elegido traslada directamente a la textura de la cafetera tradicional italiana, la información se presenta de una forma muy comprensible y destacada excepcionalmente. La bolsa es flexible y termosellable, se ha usado doypack, permitiendo optimizar costes de producción. Una de las funciones esenciales del packaging, además de la conservación, es la información, esto mismo ha sido un valor clave de la marca, se ha puesto el foco sobre el mensaje y para que la información sea legible, entendible para la mayor parte de consumidores y al mismo tiempo destaque. A pesar de la limpieza del diseño, las decisiones a tomar para llegar hasta esta solución son numerosas y no siempre son fáciles para conseguir un resultado redondo: material, color, acabado, tamaño, tipografía, arquitectura y jerarquía de la información, sistema de conservación … son variables que han de decidirse para llegar a una solución aparentemente simple.
La necesidad de orden y de lógica en el consumo anima a simplificar nuestra cesta de la compra y optar por soluciones que reducen el ruido y el sobrecoste innecesario. Para aquellos que buscan lo esencial, los productos tienen valor por lo que son y por su capacidad para facilitarnos la vida sin ornamento ni ostentación. Hablamos de productos básicos que no tienen por qué ser siempre lo más baratos, sino los más funcionales y óptimos. Se trata de decisiones que dan importancia al objeto y por ello hacen protagonista a su esencia y a su función principal. Así la traslación de la esencia al diseño es por tanto esencial.