El lado oscuro, la transgresión y la actitud desafiante en el consumo es un modo de hacer que se refleja en la cultura de las marcas y en el diseño de productos y espacios que rozan lo underground desde diferentes puntos de vista para atraer a universos de consumo atraídos por este estilo de vida o lo que representa. Lo hemos visto en marcas de moda como Diesel, All Saints, Backlash … y es especialmente común también encontrar esta corriente en bebidas alcohólicas de alta graduación. El vino no se encuentra dentro de esta categoría, pero es un segmento tan activo desde el punto de vista del diseño que las bodegas han desarrollado tantas caras como perfiles directivos se encuentran entre sus filas.
El trabajo del estudiante rumano de diseño Szabolcs Moldovan escoge este camino que identificamos con el universo de consumo Experimental para desarrollar un diseño de packaging sofisticado y oscuro como proyecto de estudios, conectando con una personalidad rebelde y alternativa que disfruta consumiendo productos que desafían la imagen que se supone deben tener. Moldovan plantea un sistema de packaging en el que las partes de la botella y su cobertura son modulares, se pueden desprender y reusar y tienen un valor propio. Es una botella transformer cuyo símbolo principal ya recuerda a estos robots del futuro. Todos los elementos del packaging fueron tallados por el artista/diseñador añadiendo el valor del trabajo a mano. Los materiales usados son madera y metales. La estructura que contiene la botella se convierte en una catedral para el vino, en ocasiones podría recordar a una celda o una jaula, lo protege y una vez se consume el vino el objeto puede ser reutilizado para decoración. Las etiquetas, contienen metales preciosos y pueden desprenderse de la botella para ser colgadas en las paredes de las bodegas, restaurantes o casas. El hecho de que el packaging tenga valor y cueste crea conciencia de reutilización, anima a no tirarlo sin plantearse el valor o las consecuencias de ello. Los materiales y los colores oscuros y fríos contrastan con la madera que los equilibra. Las geometrías en el diseño lo hacen desgarrado, cortante, perturbador y desafiante.
El Experimental cuestiona las formas de vida y consumo convencionales, encuentra usos inesperados y busca los productos y los espacios que para otros son incómodos o inquietantes porque en ese equilibrio frágil disfruta sintiendo que está objetando acerca de las bases de lo que se considera normal. Las marcas que trabajan sobre la autonomía y la independencia más allá de las normas y las expectativas de la mayoría, consiguen generar una percepción cool que resulta atractiva. Se trata de una divergencia ligada a la realidad, no siempre extrema, pero que al retar a la norma atrae a aquellos que disfrutan ampliando los límites. La tensión que crea Moldovan en este packaging añade atractivo al producto y plantea una línea de trabajo apta para marcas que se identifiquen con esa cultura.