Los italianos son famosos por su susceptibilidad a la hora de aceptar interferencias con las tradiciones culinarias más establecidas de su país. Massimo Bottura rompió de forma irreverente para muchos al principio, ese establishment de la cocina de la Mamma Italiana. Pero hoy día ha conseguido ser el número dos del mundo con su Osteria Francescana en Módena y se ha convertido en uno de los chefs más influyentes tanto en cocina como en políticas de lucha contra el hambre y el desperdicio de alimentos.
La propuesta de Bottura en Osteria Francescana es atrevida, juega con la tradición y experimenta con los ingredientes de su región Emilia-Romagna, para contar historias a través de sus platos mediante una ejecución perfecta y un resultado delicioso. Con mucho esfuerzo ha conquistado a los clientes locales conservadores que temían y desconfiaban de los experimentos de Bottura con la cocina tradicional italiana. La cocina en Osteria Francescana es como el jazz, que tanta influencia tiene en el restaurante. En su estructura a base de ritmo de tradición italiana los acordes los distorsiona y los improvisa Bottura para dar con fórmulas flexibles y nuevas para la cocina italiana.
Llevar a las personas a la infancia es posible sin tener que replicar aquello que pertenece a esas épocas. Los sentidos, los sabores y las sensaciones se guardan en el imaginario de una forma potente y es cuando se tocan en esas claves incluso de forma sútil cuando la nostalgia y el recuerdo de los buenos momentos emocionan y rememoran momentos de felicidad en el pasado. La herencia necesita ser actualizada, necesita ser chic y contemporánea para prolongarse en el tiempo y acompañarnos de una forma natural en nuestras vidas.