Como una fuente de identidad, de origen y sentido, lo ancestral cobra importancia en un deseo de llegar a la esencia de las cosas y a lo auténtico.
Como una fuente de identidad, de origen y sentido, lo ancestral cobra importancia en un deseo de llegar a la esencia de las cosas y a lo auténtico. La revalorización de costumbres olvidadas a través del arte, del pensamiento, del ocio, la alimentación o la moda reinventa la tradición y la ubica en la modernidad. Lo material y los sentidos cobran importancia: el tacto, la vista, el oído … es una manera de tocar la tierra y de echar raíces, incluso de volver a ellas en un camino de ida y vuelta hacia lo atávico que en su propia definición habla de algo que procede de antepasados remotos y permanece latente en las actuales generaciones. En parte, ese efecto de atracción hacia la tradición, tiene que ver con una toma de conciencia sobre la desconexión y el desequilibrio que provocan la falta de referencias sólidas en una sociedad líquida. Esta tendencia global exige asumir que lo antiguo puede estar de moda. Lo antiguo en contraposición a lo viejo. Se trata de situar a la tradición en nuestro tiempo dándole sentido en este momento, adaptándose a los gustos y usos contemporáneos con propuestas honestas y auténticas.
Para las marcas supone trabajar sobre la esencia de los productos y servicios que ofrece, buscar referencias en tradiciones con sentido para su cultura de marca y traducirlas en materiales, diseños, acabados o experiencias.