Las ciudades modernas se transforman profundamente alrededor de los focos de cultura y de artes. Son casos cercanos en el tiempo el Pompidou en París, la Tate Modern o el Museo Guggenheim de Bilbao.
El nuevo lugar imprescindible en las artes, la cultura y la arquitectura de Nueva York es The Shed, en Hudson Yards. Allá donde concluye este maravilloso parque elevado de The High Line, se erige un caparazón extensible y transformable que está redefiniendo la tendencia a construir silos o cajones estancos para el arte. El Shed Bloomberg Building ha sido diseñado por Diller Scofidio y Renfro (DSR), con Rockwell Group como arquitectos colaboradores. Lo más visible del complejo es un techo movible con forma de U que puede llegar a doblar el tamaño del centro artístico. Se trata de un edificio realmente flexible y apto para cualquier campo: artes visuales, performativas, danza, teatro o música. La capa externa o caparazón se extiende desde el edificio principal en unas ruedas gigantes para crear un espacio multiusos añadiendo la plaza adyacente que se extiende en algo más de 1.000 metros cuadrados. Diller quiere que The Shed sea un trabajo en proceso continuo, siempre ganando inteligencia y siempre haciéndose más ágil. La capa movible está hecha de un marco en rejilla de acero visto, cubierto con paneles traslúcidos de ethylene tetrafluoroethylene (EFTE). El material, duradero y ligero, tiene propiedades térmicas para aislar. Los suelos son radiantes y se pueden desenrollar paneles para oscurecer el interior o proteger del sonido en caso necesario. Ese es el espacio McCourt, formado por la capa móvil sobre la plaza, los niveles 2 y 4 son galerías sin columnas con espacio en calidad de museo y con una superficie de más de 2.300 metros cuadrados. El Kenneth C. Griffin Theater en el nivel 6 puede acomodar a 500 personas sentadas y ser dividido en espacios más pequeños en función del tamaño de las producciones o las instalaciones. El Tisch Skylights and Lab en la planta superior está pensado para eventos, ensayos y desarrollo de artistas. La Plaza, puede usarse como un espacio público para programaciones cuando el caparazón se retrae sobre el edificio base.
Imaginar el futuro es algo que los arquitectos de todas las épocas han hecho, aquí en este caso el futuro se ha materializado, en una forma que promete ir más allá de intentos previos de invención de nuevos modelos para el hábitat o la ciudad. Se trata de la tendencia global del Futurismo llevada a un espacio público. Movimientos de arquitectura como el del metabolismo japonés, en el que se encontraban Kenzō Tange, Yōji Watanabe, Akira Shibuya o Kishō Kurokawa estarían contentos de ver hecho realidad este proyecto.