La concepción del hotel como una sucesión de habitaciones donde el huésped entra a dormir está cambiando. Cada vez son más los hoteles que ofrecen una experiencia diferente para aquellos que son diferentes, aquellos que huelen la creatividad como si de un cazador de originalidad se tratara.
Así son Silke Lorenzen y Sarah Vollmer, dos emprendedoras que eligieron una antigua fábrica en Neukölln y decidieron transformarla en algo que les gustara, crear un espacio donde todo estuviera permitido a la hora de crear y diseñar. Nació así el “Hüttenpalast”, un espacio diáfano donde cabañas y caravanas se han convertido en habitaciones para sus huéspedes. Las habitaciones tradicionales también tiene un hueco en este hotel, además de contar con un jardín, restaurante y cafetería en las instalaciones. Comida casera y orgánica, ambiente confortable y mucha creatividad, un espacio que invita a la relajación y la introspección.
Sus dueñas, gracias a los años de experiencia de Silke Lorenzen como organizadora de eventos, ponen además el espacio a disposición de aquellos que quieran celebrar exposiciones, cumpleaños, bodas, etc. Dicen que “Tiene que haber algo más en la vida que tenerlo todo”, pero el negocio de Silke y Sarah está pensado como un lugar donde se puede “todo”.
La traslación de la identidad de las fundadoras a la cultura de la marca hace que Hüttenpalast sea un negocio creíble, con el que es fácil empatizar porque es coherente con la visión del negocio de sus fundadoras. Al universo Survivor le gustan estos espacios que, al igual que Hüttenpalast, muestra al visitante una realidad diferente que nace directamente de una mente creativa y se convierte en un modelo de negocio auténtico, genuino.