La indignación convertida en activismo ha dado lugar en los últimos años a movimientos en pro de causas objeto de preocupación ciudadana. Las personas, ejerciendo su potencial para influir en la marcha de las cosas, y los personajes de las artes y el entretenimiento, que han adoptado un papel tractor, están poniendo nombre a campañas como la de control de las armas lanzada por el rapero Snoop Dog.
En una campaña en contra de la violencia y la industria de las armas de fuego, Snoop Dog planteó #ImUloading en Estados Unidos ejerciendo presión sobre las empresas de fondos de inversión, que en caso de numerosos planes de pensiones, invierten en esta industria sin que los clientes que confían su dinero lo sepan. Este caso es curioso viniendo de un rapero que solía escribir letras hablando de las armas con alegría. Intervienen aquí procesos de asunción de un cambio de actitud que incluso hacen más creíble el llamamiento. Se trata de no ocultar el lado imperfecto y humano, y mejorar, lo cual guarda relación también con la tendencia global de Oda a la Imperfección.
Las acciones del activismo por causas se han sofisticado enormemente. Una de las formas de ejercicio del mismo en las empresas es la entrada de ONGs en el accionariado de ciertas grandes empresas para poder ejercer su derecho a voto en las juntas de accionistas por ejemplo. O como en el caso de #ImUnloading de Snoop Dog, no quedarse con un mensaje simplista de “no a las armas” sino revelar la estructura económica que la sustenta y tocar ahí.
En las empresas y las instituciones, la actitud activa de los consumidores exige un compromiso honesto con la comunidad en la que se encuentran. A las marcas, con el tiempo, se les perdonan los errores cuando reconocen sus errores y rectifican, pero mucho más positivo es cuando son por filosofía responsables con su negocio.